A decir verdad, nuestro comienzo fue confuso. Teníamos ante nosotros un infinito mar de posibilidades que no sabíamos cómo navegar.
Así pues, empezamos familiarizándonos con los programas que íbamos a estar empleando durante el proyecto: bitbloq, MIT app inventor… mientras supuestamente íbamos pensando qué hacer.
Sin embargo, lo cierto es que realmente no llegamos a ninguna idea sólida, o al menos ninguna que nos convenciese lo suficiente. Y fue así como, tras un día dedicado únicamente a pensar en nuestro futuro proyecto, decidimos cuál sería.
Desde entonces, aunque el camino no ha sido fácil, sí podemos decir que ha sido didáctico, interesante y divertido. Hemos encontrado diversos problemas, sobre todo a nivel organizativo los primeros días, o problemas respecto a materiales y herramientas que surgen de imprevisto cada día, pero que tenemos que solucionar lo más rápido posible.
No obstante, el proyecto va tomando forma cada vez más y aquella idea que nos surgió un día cualquiera en los jardines de nuestro colegio, empieza a convertirse en una realidad.